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Don’t worry

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Es lógico que el circuito artesanal se mueva más rápido que el industrial, y que la mayoría de las novedades provengan del primero. Sin embargo, los kioscos están viviendo una suerte de primavera renovadora, de la cual ni siquiera pesos pesados como Guaymallén y Jorgito se quedan afuera. De todas estas novedades, la más perdurable seguramente sea el alfajor bajonero, un género de alfajor nacido en Uruguay y adoptado -¿copiado?- entusiastamente por los argentinos.

Si bien ya son varias las marcas «bajoneras» de este lado del charco, la primera que la vio fue Rasta, que antes de inventar nada logró «profesionalizar» el espíritu fumón para montar sobre eso una identidad fresca y una pyme próspera. Pero el nuevo alfajor sí es un invento, un híbrido que es cruza de bajonero, alfajor de maicena y alfajor triple.

Con sus tapas doblemente bañadas -lo que preserva su dureza-, el Trico reencuentra el disfrute primitivo de la unión del dulce de leche y la galleta -de la galletita Express untada con dulce de leche, de los alfajorcitos de maicena hechos con tapas de supermercado-, disfrute que, de manera curiosa, en muchos alfajores industriales está ausente.

El colorido de las tapas es esencialmente una broma simpática: los saborizantes a pistacho (tapa verde), a «frutos tropicales» (tapa amarilla) y a «frutos rojos» evocan otra imagen infantil -¡las Froot Loops!-, pero (o precisamente por eso) difícilmente aportan algo demasiado interesante al conjunto. Por el contrario, el toque frutal genera una especie de extrañeza -similar a la del niño que ingresa en la adolescencia, etapa que este alfajor en cierto modo homenajea.

Un producto honesto y divertido, para compartir.

★ 6/10